Por: Jheyo Venero Roncal
En Trujillo se come excelente, se viste extraño y te movilizas de un lado a otro como se te antoje, pero toda acción tiene su costo. Costo que casi siempre pasamos de inoportuno, con tal de llegar a nuestra meta del día, sea una compra, llegar a una reunión o simplemente sea un paseo urbano.
En Trujillo se come excelente, se viste extraño y te movilizas de un lado a otro como se te antoje, pero toda acción tiene su costo. Costo que casi siempre pasamos de inoportuno, con tal de llegar a nuestra meta del día, sea una compra, llegar a una reunión o simplemente sea un paseo urbano.
En el corazón de nuestra ciudad histórica, se percibe contrastes de picos altos y bajos en costos de venta, hecho reflejado en la comparación de puestos de venta, bodegas o restaurantes de un mismo rubro, pero de distinto pensar monetario. Algunos piensan que es una realidad que nunca cambiará, otros dicen que es el peso de importancia que recibe este sector por ser más turístico que otros lugares, mientras unos cuantos aclaman que son justos con sus precios y no deberían abusar con elevados precios al cliente. ¿Qué es lo que se dice en verdad desde el punto de vista del vendedor?
En el restaurant Sal y Pimienta, se mantiene una ley de cajón “nosotros cobramos lo que nos pide el insumo y nuestra empresa, así que el sabor y el precio lo encuentras en todos nuestros locales, y si aquí en el centro les parece barato, pues bien por nosotros, acá la calidad se comprueba” afirma José Ruiz, recepcionista del local.
En un local de independencia, a lado de la antigua Iglesia de los Jesuitas, se ve a luz del día sin tapujo alguno “Menú a S/. 2.50” y se muestra un surtido de platos: dos entradas y tres opciones de segundos. A una cuadra de allí, encontramos otro comedor de más nivel, perteneciente a un hotel y con un interior capaz de albergar a 80 comensales. Estamos hablando de la carta del Hotel el Libertador, donde el precio un plato a la carta cuesta entre 30 y 50 nuevos soles, incluida la reserva.
“En la cafetería ‘Buenos Aires’ solía ver familias tras familias entrar para comer esos chicharrones y café cargado, o esos fritos que tanto me gustaban” comenta Oracio, vigilante de la cochera situada en toda una esquina en Jr. Pizarro con Bolognesi, quien lleva ya tiempo observando los cambios del centro urbano. Las sangucherias como ‘San Agustín’ o cafés como ‘El Chileno’ no son ajenos a esta tendencia, pero se mantiene la elegancia y peso de tradición en sus pesos tanto como en su imagen.
Centros comerciales trujillanos de distinta índole
(Pasaje Armas, Av. España, Jr. Pizarro - Santa Natura, Mercado Central)
(Pasaje Armas, Av. España, Jr. Pizarro - Santa Natura, Mercado Central)
“Mire joven, la municipalidad nos exige poner nuestros precios sin variación alguna afuera, en la puerta de entrada, para que vean las tarifas sin cambio alguno”- contaba Martha, dueña de un menú en la quinta cuadra de Orbegoso – “lo que sucede es que abusan del cliente, y como ven los turistas pasan y pasan, piensan que como todo está a un precio elevado, también tienen derecho de elevar sus precios”.
La realidad aun no termina de sorprender a Trujillo cuando se opta por otra rama que no sea la comida, sino también nos sorprende con precios de los hoteles y bares. La tarifa de un hotel de dos a 3 estrellas suele venir acompañado de una lista indefinida de detalles para poder aceptar el servicio, osilando entre los 70 y 120 soles la noche en casos intermedios. Ni que hablar de aquellos de renombre como el ya mencionado “El Libertador” , “Los conquistadores” entre otros clásicos ya del centro trujillano. Encontramos tarifas desde S/. 450 nuevos soles hasta 850, matrimoniales de 1200 y paquetes que te ofrecen los mejores aperitivos y comodidades que pueda tener un hotel.
La ciudad es recordada no sólo por sus potajes gastronómicos y construcciones memorables, sino también por su variedad en tragos y facilidad de precios que ofrece los locales nocturnos en los bares de Trujillo. ‘Sónica’, ‘tributo’, ‘Runas’, ‘Museo del juguete’ entre otros, son los bares memorables que son visitados tanto por nuestros locales hermanos como por los turistas de paso. Pero, ¿Por qué una botella de agua que consigues en San Andrés, las Quintanas o en El bosque que cuesta un nuevos sol, me cuesta hasta cuatro nuevos soles en el centro? Pues, la respuesta es simple: IGV e impuestos.
Así es, el porqué de las grandes diferencias tarifarias en el centro histórico responden al grade de renta que existe en la zona donde se encuentre el negocio. Por ende lo hoteles, restaurantes, bodegas, o mercados, gozan de beneficios distintos ya que la municipalidad controla a elemento propios, es decir a los inmuebles como el mercado central. Mientras que en locales de renta mayor y no pertinentes directamente al municipio más que por ser estructura del centro histórico, se consideran valores distintos, los cuales se suman al servicio de iluminación, bares, insumos en cafetines, ropa, alquiler de trajes, electrodomésticos y tantos otros bienes que tenemos en el centro.
Jr. Gamarra - Trujillo
"No hijo, aquí nosotras vendemos al precio que nos permiten por que nos controlan, y tal vez por eso vienen a consumir bastante, pero afuera ya esta otra la historia, el que no se aguanta el hambre o las ganas de buscar bien, cae a comprar lo caro y dudoso" comentaba doña Gladys, juguera de un puesto del mercado central, que menciona algo cierto sobre nuestra realidad. Si en el consumo esta la respuesta de todos estos precios mantenidos, se debe a que los ciudadanos han dado pie a que siga este ciclo de oportunidades. El turista y los empresarios seguirán cómodos con lo que encuentren, mientras que los criollos, buscarán al mejor postor frente al precio y la calidad que necesiten.
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